El Castillo de San Jorge domina la ciudad medieval, alzándose sobre las estrechas y empinadas callejuelas de Alfama. A sus pies, el trazado rectilíneo de la Baixa, el viejo corazón urbano lleno de comercios, bancos, lujosas joyerías y nostálgicos cafés.
1º. Plaça do Comércio
El Terreiro do Paçao o Plaza del Comercio, presidida por la estatua de bronce de José I y flanqueada por espectaculares arcadas de mármol, es una de las plazas más bellas del mundo. Rodeado por edificios neoclásicos porticados, desciende hasta el Tajo por una escalear entre columnas, de estilo veneciano.
2º. Subiendo a Alfama
Los planos casi resultan inútiles para orientarse en el viejo barrio árabe de Alfama. Es un paisaje urbano de aspecto medieval y calles laberínticas que serpentean hacia una de las siete colonias de la ciudad .
Hay que perderse por sus calles en cuesta y aprovechar los miradores y rellanos que permiten hacer un alto y contemplar la ciudad y el río. El recorrido puede comenzar en la Iglesia de la Concepcion Vieja y hacer una primer alto en la catedral. Por la Rua do Limoeiro se llega al Mirador de Santa Lucía, donde se disfruta de una bella vista de la ciudad.
3º. El Castillo de San Jorge
Siguiendo hacia arriba, se llega a Portas do Sol, una explanada rodeada de elegantes casas. Y en lo alto, el Castillo, antigua fortaleza árabe que domina la ciudad y el río.
4º. Bajando hacia el río
Desde Alfama sólo hay que dejarse conduci por la pendiente para llegar al Terreiro do Trigo. Se puede bajar, por ejemplo, por el evocador Beco da Cardosa, un callejón del que parten otros más pequeños y sin salida.
5º. Por la Baixa Pombalina
A los pies de la Alfama, aparece el trazado rectangular de la Baixa, el barrio planificado por el Marqués de Pombal para reconstruir Lisboa tras el terremoto de 1755. Lo mejor es pasear sin prisas por la calle peatonal Augusta o por la Rua do Puro, la más animada.
6º. Largo de Santo Domingo
La Baixa finaliza en la popular plaza de Dom Pedro IV que todo el mundo conoce como el Rossio. Aquí sorprende la curiosa fachada neomanuelina de la Estación subterránea de Rossio. Se puede concluir este paseo por la vieja Lisboa con una mirada a las ruinas de la iglesia de Santo Domingo y al Palacio de la Independencia.